
Las mujeres que se postergan sin darse cuenta
Descubrí cómo muchas mujeres postergan su vida sin darse cuenta y cómo esta costumbre silenciosa genera vacío, agotamiento y pérdida de identidad. Explorá señales de desconexión, estrategias para reconectarte con vos misma y ejercicios prácticos para priorizar tu bienestar. Inspirado en historias reales, este artículo te invita a dar el primer paso para soltar lo que ya no te sirve y recuperar tu voz y tu libertad.
MUJER & EVOLUCIÓN
Claudia Marchessi
8/31/20254 min read


Contenido :
1. El guion invisible de tantas mujeres.
2. La “crisis de la mitad de la vida”.
3. El costo de la postergación: dar hasta desaparecer.
4. La pregunta que lo cambia todo.
5. Un ejercicio de reconocimiento propio.
6. Reflexión final.
Las mujeres que se postergan sin darse cuenta
La crisis silenciosa que muchas atraviesan cuando “ya lo tienen todo”
Postergarse es una forma silenciosa de desaparecer.
Pero también puede convertirse en una oportunidad para volver a empezar.


1. El guion invisible de tantas mujeres
Hay una escena que se repite en miles de hogares.
Ella prepara la mesa, se asegura de que todos estén servidos y sonríe con ternura mientras observa cómo los demás disfrutan.
Parece plena, parece fuerte, parece tener todo bajo control.
Pero, al llegar la noche, cuando la casa queda en silencio, aparece esa pregunta incómoda:
“¿Y yo? ¿Cuándo me va a tocar a mí?”
La paradoja es que estas mujeres —madres, abuelas, profesionales, cuidadoras— suelen ser las más funcionales, las que sostienen a todos y nunca fallan. Y, sin embargo, cuando los hijos crecen, se independizan, forman sus propias familias… ellas sienten que su rol se desdibuja.
Allí aparece un vacío difícil de nombrar: “ya no me necesitan”.
Y frente a esa sensación, muchas intentan llenar el espacio dando aún más.
Aunque nadie lo pida, ofrecen ayuda, se cargan tareas, se adelantan a las necesidades de los demás.
Se vuelven imprescindibles… pero cada vez más invisibles para sí mismas.
El guion invisible de tantas mujeres


2. La “crisis de la mitad de la vida”
La psicología ha nombrado este momento como “crisis de la mediana edad”.
No se trata solo de una cuestión hormonal o de la llegada de los 50 o 60 años. Es, sobre todo, una crisis de identidad.
Según estudios recientes, alrededor del 47% de las mujeres entre 45 y 65 años reportan sentir una profunda insatisfacción con su vida, a pesar de que, desde afuera, parecen tenerlo todo: familia, estabilidad, incluso nietos que les devuelven alegría.
Lo más doloroso de esta crisis no es lo que se perdió, sino lo que nunca se atrevió a vivir.
El postergarse funciona como una máscara:
“No lo hago por mí, lo hago por ellos”.
“Ya habrá tiempo para mí”.
“Lo mío no es tan importante”.
Pero detrás de esas frases se esconden deseos callados, palabras no dichas, proyectos guardados en un cajón.
El problema es que cuanto más se posterga, más se vacía.
Y llega un punto en el que ni el reconocimiento de los demás ni el cariño de la familia logran llenar el hueco que deja el olvido de sí misma.


3. El costo de la postergación: dar hasta desaparecer
Postergarse no siempre se ve como un problema. Al contrario, muchas lo confunden con virtud.
Dar y dar parece noble.
Ser incondicional parece heroico.
Estar siempre disponible parece amoroso.
Pero cuando la entrega nace del miedo a no ser necesaria, el costo es enorme:
Se multiplica la frustración, porque nada alcanza.
El cuerpo empieza a pasar factura con cansancio, dolores, enfermedades silenciosas.
La identidad se reduce a “lo que hago por los demás”, y la mujer deja de reconocerse fuera de ese rol.
No se trata de dejar de dar, sino de aprender a incluirse en la ecuación.
4. La pregunta que lo cambia todo
La clave está en transformar el foco.
No es “qué más puedo hacer por ellos”, sino:
👉 “¿Qué necesito yo hoy, que pueda darme a mí misma?”
Al principio, la respuesta puede sonar ridícula:
Una taza de café en silencio.
Escuchar música sin interrupciones.
Salir a caminar sin prisa.
Comprarse una flor.
Decir “no” sin culpa.
Pero detrás de esos gestos simples hay un acto de reparación profunda: recordarse que su vida también importa.
5. Un ejercicio de reconocimiento propio
Te invito a probar este pequeño ritual durante una semana:
Cada mañana, antes de empezar el día, escribí en un papel:
👉 “Hoy me reconozco porque…”Completalo con algo tuyo: un logro, un gesto, una decisión.
Al final del día, regalate un momento para leer lo que escribiste.
Este ejercicio es sencillo, pero poderoso.
Sirve para entrenar la mirada: dejar de verse solo como “lo que doy”, y empezar a reconocerse como quien merece recibir.
✨ Reflexión final✨
Postergarse es una forma silenciosa de desaparecer.
Pero también puede convertirse en una oportunidad para volver a empezar, con la diferencia de que esta vez no es por nadie más, sino por vos.
Nunca es tarde para recuperar la voz, los sueños y el lugar en tu propia vida.
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